Uber, una app que ha provocado manifestaciones alrededor del mundo
Si ayer hablábamos de servicios para compartir coche como BlaBlaCar y la intención del gobierno de regularlos -prohibiéndolos por no tener licencia de taxistas-, hoy hablamos de Uber. Uber es una app que conecta a pasajeros con conductores registrados que ofrecen un servicio de transporte. Los pagos se hacen a través de la propia app con tarjeta de crédito. Uber se convierte en una alternativa al servicio de taxis, con precios diferentes y con una manera diferente de solicitar el servicio.
Competencia desleal con taxistas
¿El problema? Uber no está dentro de la red de taxis, por lo tanto sus conductores no disponen de las costosas licencias de taxi y, por lo tanto, hace competencia desleal a los taxistas. Por este motivo, se han convocado huelgas de taxistas en diferentes ciudades del mundo: Londres, París, Hamburgo, Milán, Madrid… De hecho, hoy la Generalitat ha solicitado que se retire el servicio de Uber en Barcelona por carecer precisamente los conductores de las licencias correspondientes. En otras ciudades como París y Milán las huelgas incluso han sido violentas.
Confrontación de dos mundos (o dos siglos)
Dejando a un lado si es ético o no / legal o no operar sin licencia de taxi, si es competencia desleal, si es seguro… Lo que más nos interesa aquí es que estamos delante de una confrontación entre dos mundos diferentes. El mundo tal y como ha estado estructurado los últimos años y el mundo tal y como va a ser en el futuro. Podríamos decir que la confrontación es entre el Siglo XX y el Siglo XXI. Por un lado, los taxistas, a quienes les ha costado muchísimo conseguir su licencia de taxi (hablo tanto de dinero como de oportunidades, no es fácil conseguirlas) y, por el otro lado, una manera emergente de hacer las cosas. Más libre. Más en red. Sin tantas regulaciones. Los taxistas se sienten amenazados y, a la vez, ofendidos por este tipo de servicios. La Generalitat, prohibiendo hoy el servicio Uber en Barcelona, lo que ha hecho es buscar una solución rápida al problema. Pero lo que no ha hecho es buscar una solución definitiva. Ha tapado el problema, pero este emergerá de nuevo porque estamos delante de una nueva sociedad, de una nueva manera de hacer las cosas. Y entonces habrá que volver a plantearse alguna solución. Esto me recuerda al problema del pirateo. Las primeras soluciones fueron la prohibición, la cárcel y las amenazas. Después salieron servicios de streaming como Spotify, Wuaki, Filmin, 24symbols… que permitían a los usuarios poder disfrutar de contenidos culturales a través de internet por un precio económico sin tener la necesidad de piratear.
Ya no hay marcha atrás
Ya no hay marcha atrás. Nos enfrentamos ahora a una nueva manera de hacer las cosas, de vivir las cosas, de pensar las cosas. Desde el momento en que una app puede provocar manifestaciones a nivel global en diferentes ciudades del mundo, algo ha cambiado. La innovación está ya dentro de nuestra comunidad, no podemos ignorarla. Por este motivo, es necesario buscar soluciones que supongan un avance social y no, simplemente, prohibir las cosas para mantener el status quo.
Emma Llensa
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Estamos hablando de evadir la patente del taxista, la seguridad de su registro especial, y los controles inclusive en seguridad, es violar patentes, como si los taxistas vendieran películas a todo turista violando la patente de la misma. ¿Y si así lo hicieran quizás se darían cuenta?