Las lecturas de toda una vida
¿Por qué las personas leen lo que leen? Habiendo tantos libros como hay en el mundo, ¿qué es lo que decanta a una persona a leer un libro en vez de otro? El tiempo que tenemos es escaso y, por lo tanto, una lectura de un mal libro puede suponer no haber leído un libro bueno.
Una lista de todos los libros que has leído en tu vida
Hace años me dedicaba a anotar en mi blog (el blog lo mantuve desde 2002 hasta 2009) todos los libros que me leía durante el año. Mi idea era poder recordar, al cabo de los años, qué había leído y qué no. Pronto me di cuenta de que recordaba todos los libros que había leído. Será porque tengo memoria o porque me encanta leer, pero nunca olvido un libro. Aún así, no dejé de hacer la lista de los libros que me había leído. La lista la empecé en el año 2003 (16-17 años) y dejé de hacerla a principios del 2009 (cuando tenía 22-23 años y estaba estudiando filosofía y, coincidencia o no, justo cuando me compré el Kindle). Aún así, cuando empecé la lista en 2003 recordaba a la perfección los libros que leí los años anteriores desde 1999, por lo que hice la lista desde ese año. En el año 1999 (12-13 años) me encontraba cursando 1º de E.S.O. por lo que se me juntaban los libros que tenía que leer “a la fuerza” con los libros que yo leía por mi cuenta. Del 1999 al 2001, los libros que leí fueron (* por cierto, por algún motivo, en esa época no incluí los libros de Manolito Gafotas que me zampé, quizá por vergüenza):
- Welsh, Irvine @ Acid House
- Welsh, Irvine @ Escoria (Filth)
- Welsh, Irvine @ Éxtasis
- Welsh, Irvine @ Las pesadillas del marabú
- Welsh, Irvine @ Trainspotting
- Bukowski, Charles @ Factotum
- Bukowski, Charles @ Mujeres
- Bukowski, Charles @ Cartero
- Bukowski, Charles @ Los Madrigales de la Pensión
- Trocchi, Alexander @ El libro de Caín
- Monzó, Quim @ La magnitud de la tragèdia
- Burroughs, William S. @ El lugar de los caminos muertos
- Vian, Boris @ Que se mueran los feos
- Atxaga, Bernardo @ Las memorias de una vaca
- Hagenmann, Marie @ Lobo negro, un skin
- Fernán Gómez, Fernando @ Las bicicletas son para el verano
- Vergès, Oriol @ Quin curs, el meu tercer
- Martin, Andreu; Ribera, Jaume @ Todos los detectives se llaman Flanagan
- Peter Richter, Hans @ El meu amic Friedrich
- Barbal, Maria @ Pedra de tartera
- Masferrer, Martí @ Fred negre
- Hernández, Pau Joan @ Tot et serà pres
- Swindells, Robert @ Germà de la terra
Esta lista es importante. Estoy a favor de la investigación de campo con miles y millones de lectores. Pero también estoy a favor de la investigación de campo en profundidad con una sola persona. Analizándome a mí misma puedo sacar varias conclusiones. En esa época (el año 1999) a mí no me interesaba leer en absoluto. Era más una chica de “ciencias” (aunque no me gusta nada separar ciencias y letras) y leer no era uno de mis pasatiempos favoritos. El libro de Pau Juan Hernández Tot et serà pres empezó a convencerme de que esto de la lectura valía la pena. Aún me recuerdo a mí misma llorando cuando acabé el libro. Las siguientes lecturas, promovidas en 2º de E.S.O. por lo que era antes la separación de clases según niveles, fueron también muy provechosas. Caí en un grupo donde se comentaban los libros de una manera extensa y donde había que profundizar en la lectura. En 3º de E.S.O. la cosa fue mucho peor, ¿por qué si en 1º y en 2º leíamos libros tan crudos como Germà de la terra o Tot et serà pres de repente teníamos que leer libros casposos de adolescentes en celo como es Quin curs, el meu tercer? No lo entendí.
Familia lectora: una gran influencia
Entonces, ¿qué pasó? Que en mi familia mi madre había sido una ávida lectora y mi hermana 6 años mayor que yo lo estaba siendo en ese momento. En un viaje familiar a Londres decidí llevarme un libro. Para ello tuve que escoger entre todos los libros que mi hermana tenía. Decidí que quería leer Acid House de Irvine Welsh. Mi hermana me dijo que no, que ese libro era para mayores, y justamente por la prohibición quise leerlo. Y, sí, era para mayores, pero me aficioné muchísimo a Irvine Welsh. De Irvine Welsh salté a Bukowski (no en vano en la contraportada del libro comentaban que Irvine Welsh era el nuevo Bukowski, así que quise saber quién era Bukowski). De Bukowski a Burroughs y a Alexander Trocchi.
En el año 2002, mientras en el colegio nos hacían leer libros como Tirant lo Blanc (genial) y Fuenteovejuna, yo seguía con mi afición pasando ya a plena Generación Beat con Kerouak, Ginsberg y más tarde a Orwell, Pessoa y otros poetas. Además, empecé a colaborar con el portal de poesía Poesía Salvaje como diseñadora web (y muy contadas veces como poeta), ayudando al fundador a publicar poemas de los usuarios en diseños web estrambóticos. Al ser colaboradora en el mantenimiento de la web leía los poemas que la gente enviaba y ya empecé a leer de manera fragmentada (podéis ver una de mis últimas webs para Poesía Salvaje “Saludos”, un mural con poemas de gente de alrededor del mundo para celebrar el año 2003).
Esta fue mi aportación para el mural de poesíasalvaje. La foto de la izquierda y el poema a la derecha “aquests intents de ser pluja i caure”.
Más tarde, llegué de casualidad a la fantástica web El poder de la palabra gracias a la cual descubrí muchísimos autores y seguí con mis lecturas fragmentadas. El año que leí más de todos fue en 2007, cuando trabajaba de taquillera en un museo, y en un solo verano leí 26 libros. Ese verano me hubiera encantado tener ya un Kindle, para poder comprar los libros al instante y poder tenerlos todos en un mismo dispositivo.
Foto que le hice a María Cerezo, co-fundadora de Ubicuo Studio, en Florencia el año 2009 leyendo con el Kindle
En el año 2009, cuando fui de Erasmus a Florencia y me compré el Kindle, dejé de hacer esta lista. ¿Por qué? En primer lugar, creo que el hecho de disponer digitalmente de mis libros en cualquier momento hizo que ya no tuviera la necesidad de escribir la lista. Ahora mismo puedo abrir el Kindle y ver qué leía en 2009 y, además, puedo consultar las notas que he ido dejando en los libros a lo largo de los años. Otros motivos fueron que mis lecturas fragmentadas ganaron en proporción a mis lecturas no-fragmentadas. No sólo porque mis lecturas en internet aumentaran de volumen, sino porque me pasaba horas a diario en la biblioteca navegando de libro en libro, leyendo fragmentos de muchos libros. Al empezar a leer de esta manera, encontré que no me era posible anotar los fragmentos que leía en internet o en otras fuentes, ya que no sabía cómo anotarlo. Era consciente de que había dejado de leer cómo lo hacía antes y eso me supuso una sensación de pérdida, ya que creía que leía menos y que eso me afectaría de algún modo, pero seguí firme a mi nueva manera de vivir y no luché contra mis nuevos hábitos de lectura.
Foto que le hice a mi escritorio en el año 2010. Vemos libros de la biblioteca junto a un DVD de Gala, un periódico y otras cosas
Origen de las lecturas
Lo que me llama la atención era la manera que tenía antes de descubrir libros. Lo reproduzco a continuación:
- Recomendaciones familiares
- Atracción por libros prohibidos
- Contraportadas de libros
- Portales de literatura
- Blogs
- Librerías físicas donde pasaba horas buscando libros
¿Quién heredará nuestros libros?
Y ya por último, me gustaría hacer una reflexión. Viendo mi tendencia a comprar libros de manera digital, a veces me pregunto qué tipo de estantería de libros podrán ‘descubrir’ mis hijos una tarde aburrida de domingo. Lo que no veo a priori es que mi razonamiento es totalmente absurdo. ¿Tardes aburridas de domingo? A menos que nos corten la electricidad durante un tiempo o que internet desaparezca, esto ya no existirá. Mis hijos no andarán buscando libros en las estanterías. Leerán los libros que les recomienden sus amigos, los libros que les recomiende (sólo quizá),… pero no tendrán la misma escasez de oferta cultural que ha habido hasta ahora. Los productos culturales estarán al alcance de su mano, de su iPad, de su iPhone, de su Kindle, en cualquier momento y en cualquier lugar. Entonces, ¿para qué compro libros impresos? Siempre había creído que una gran herencia que podía dejar a mis hijos era una gran librería de libros interesantes. Pero me equivocaba. La única herencia que les puedo dejar es transmitirles mis ganas de leer. A partir de ahí, ellos serán libres de leer lo que quieran. No necesitarán mi estantería.