¿Cómo las editoriales pueden adaptar una metodología ágil en su método de trabajo?
¿Cómo las editoriales pueden adaptar una metodología ágil en su método de trabajo?
La metodología ágil es una metodología de trabajo del ámbito informático creada para poder hacer frente a procesos de desarrollo de programario burocráticos, lentos y poco útiles para el buen desarrollo del programario. En el año 2001 se secribió un manifiesto del desarrollo ágil que podemos leer aquí. ¿Qué tiene que ver una editorial con la metodología ágil? Una metodología ágil puede adaptarse en casi cualquier proceso. Podemos pensar en marketing ágil, sistemas de producción a medida en fábricas, diseño gráfico ágil, etc. Podemos ver algunos de los puntos del manifiesto ágil que serían fácilmente trasladables a la industria editorial:
Metodología ágil original
Los responsables de negocio y los desarrolladores trabajamos juntos de forma cotidiana durante todo el proyecto.
Metodologá ágil versionada
Los editores y los autores trabajamos juntos de forma cotidiana durante todo el proyecto.
Abrazar el cambio
La idea principal de la metodología ágil es: aceptar el cambio, abrazarlo. Antes de la metodología ágil el proceso estándar de desarrollo de programario era el siguiente:
- Un cliente quiere un proyecto
- El proyecto se presupuesta bajo definición cerrada
- El proyecto se desarrolla según definición cerrada sin aceptar cambios
- Se documenta todo, de manera que la burocracia crece y en vez de programar, se documenta
- Se lanza el proyecto según lo que se definió al principio
Esta manera de trabajar implica desarrollar proyectos que no aprovechan todo su potencial. Lo más normal es que al empezar un proyecto pensemos una idea que nos parece muy buena, pero que a medida que se vaya desarrollando veamos que no tenía ningún sentido o que era mejor plantearlo de otra manera. Por este motivo, la metodología ágil implica el compromiso de todo el equipo, incluido el cliente, para poder hacer productos de calidad. Cada muy poco tiempo se realizan entregas de lo que se está desarrollando para que el cliente compruebe si eso es lo que y para que los betatesters puedan ofrecer feedback del programario. Así, el desarrollo del programario es un proceso iterativo en el que el proceso (el “work in progress”) es más importante que el producto final.
En el ámbito editorial, podemos pensar en este proceso como una locura. ¿Pruebas entregables del libro cada poco tiempo? Pero no es una locura tan grande. Los escritores a menudo confían en amigos, tutores, familiares, etc. para que lean los libros que están escribiendo, a modo de betatesters. Así que esto es un proceso ya integrado en el desarrollo de un libro.
El ámbito donde se puede implementar una metodología ágil dentro de una editorial no es sólo el del autor que, como hemos dicho, ya suele implementar este tipo de metodología. Estoy hablando de otros departamentos como, por ejemplo, del de marketing o el de la dirección de la empresa.
Exigencias del mundo editorial: capacidad de cambio sin traumas
Una metodología ágil implica tener una capacidad de cambio sin traumas. En la entrada que escribí hace poco sobre cómo las editoriales pueden implementar un departamento digital, estaba implícita la idea de que una gran editorial actúa como un mastodonte imposible de cambiar. Las grandes empresas responden de manera lenta al cambio, ya que aún teniendo la capacidad económica para cambiar, su propia burocracia les impide avanzar. Por este motivo, si adoptamos una metodología ágil en la dirección de una editorial, podremos configurar los equipos de tal manera que podamos adoptar cambios en el futuro. Esto implica tener equipos auto-gestionables y muy pequeños, que funcionen de manera independiente. Implica no jerarquizar dramáticamente. Implica no separar departamentos. La idea, sería, hacer equipos para desarrollo de proyectos. Un libro digital podría incluir en el equipo al autor, el editor, el desarrollador, maquetador, diseñador y, finalmente, a la persona encargada de marketing. De esta manera, en un equipo pequeño se podría hacer todo: material promocional, campañas de promoción, el libro en sí… Sin que haya jefes, jefecillos, encargados, subencargados y sin pasar por toda la burocracia que una gran empresa genera.
En cuanto al propio contenido del libro o a las colecciones de una editorial, da cierto miedo someterlos a los ‘caprichos’ del mundo cambiante. Si queremos que nuestra editorial sea independiente, en cierta manera, tendrá que darnos igual el mercado. Tendremos que publicar sí o sí lo que creemos, como editores, que hay que publicar. Pero también podemos aprender de nuestros lectores. Con cada libro que publicamos podemos aprender qué hemos hecho mal en marketing, podemos desmentir mitos: quizá en verano es un buen momento para publicar, ¿no creéis? Podemos adoptar nuevas estrategias. El objetivo es estar siempre pendiente del mundo cambiante y estar dispuestos a cambiar nuestras estrategias. Por este motivo, hacer planes a largo plazo, como se ha ido haciendo en las empresas hasta ahora (un emprenededor que tiene que realizar un plan de negocio está obligado a pensar qué hará los próximos 5 años, ¿no es eso una estupidez muy grande?) será inviable. No podemos hacer planes a más de un año. Imaginaros que programamos que los próximos 5 años haremos libros para iPad y, de repente, descubrimos que al 2º año la gente ya no compra iPads y compra una nueva súper tableta con un sistema operativo que aún no existe. O, al revés, y pensemos en el ámbito impreso. Nuestra distribuidora nos pide exclusividad total. Aceptamos el trato. Al cabo de un año la distribuidora quiebra (no sería la primera ni la última vez) y nuestro negocio, que dependía exclusivamente de ella, quiebra también.
Una de las medidas que podemos adoptar para nuestros libros enriquecidos o publicaciones digitales es incluir estadísticas en cada proyecto que lanzamos. De esta manera, podremos saber a qué hora los lectores suelen leer los libros, con qué dispositivos, desde qué países… y podemos llevarnos alguna sorpresa que nos sea de gran utilidad para el desarrollo del próximo libro. En el caso de las editoriales que no publican apps (libros interactivos) estas también consiguen datos de otras fuentes. Por ejemplo, perfil de seguidores en sus páginas de Facebook (edad, procedencia, etc.), perfil de seguidores de twitter, visitantes a su página web a través de las estadísticas de Google Analytics, etc. Toda esta información se puede estudiar y, de ahí, adoptar una metodología ágil que nos permita cambiar según las necesidades que detectamos.
Es hora de definir el futuro
Lo que nos lleva otra vez al fantástico mundo donde nos hemos visto lanzados con gran fuerza: al mundo de la incertidumbre. Hasta ahora todo estaba definido. Las reglas del juego eran unas. Podíamos entrar, no entrar. Sabíamos cuáles eran las barreras. Sabíamos qué podíamos ganar. Ahora todo está cambiando. Cada día salen noticias más deprimentes sobre el sector editorial. Es hora de cambiar. Es hora de innovar. Es hora de volver a ganarnos a los lectores. Es hora de definir el futuro.
Para leer más
- Cómo adaptar las editoriales al mundo digital
- ¿Por qué innovar en el sector editorial?
- Editoriales españolas, miedo a la edición digital